domingo, 14 de febrero de 2016

Oxigen

Inspiras, llenas tus pulmones de aire limpio, al cabo de un rato expiras, expulsando el aire de tus pulmones, ya no tan limpio. No puedes aguantar el aire en tus pulmones ya que morirías, debes sacarlo y renovarlo. Renovarlo de forma constante ya que el sistema funciona así. Nuevos aires... Por los viejos. Tal vez, pienses que es injusto, que no debería ser asi, ¿por qué no poder vivir con la misma bocanada de aire? ¿Por qué después de inspirar esa fresca y revitalizante bocanada de aire debo expulsarla a pesar de todo el bien y bienestar que me ha hecho sentir?

Porque indiscutiblemente, si no lo haces, mueres. Y morir no es vivir por mucho que nos lo hagan creer así. Y yo me pregunto, ¿en verdad eso es tan malo? ¿Una segunda bocanada de aire no te produce el mismo bienestar? Después de estar durante un rato sin respirar, te aseguro que, si decides volver a hacerlo, no te vas a arrepentir en absoluto.

Después de dar mi primera bocanada, una fuerza en mi interior hizo que expulsará el aire. Yo intente aspirar ese aire que antes me había hecho sentir vivo, pero en vez de eso, inspire un aire diferente, diferente pero a la vez tan reconfortador como el anterior. Volvió a suceder, otra vez, el aire se me fue entre los labios, pero otro volvió a entrar, y no era el mismo sino aire nuevo. Si luchaba contra ello, solo era cuestión de segundos, mis fuerzas se debilitaban hasta que ese ser interior conseguía que repitiera una a una, una respiración tras otra.