No dejes de nadar.


No era la decisión correcta, no fue la decisión acertada. No era A, sino B, B, sino A. La acción equivocada, el beso perdido, el amor que no fue, la risa que fue tristeza, la lagrima que fue retenida.

Fue la decisión que te empujó a nadar por un túnel donde no llega la luz, quieres parar, dejar de ir  contracorriente, porque estás cansado, solo esperas la luz, al final.

La luz no llega y miras atrás viendo como la última luz que quedó se desvanece y solamente queda la fe, la fe de que llegarás a donde debes llegar y la decisión será correcta, no dejes de nadar.