Una eternidad.



Amor mío,

Morí mientras escribía estas palabras en mi último viaje, en ese viaje sin rumbo buscando el camino que me llevara a tu sonrisa; buscando la luz que desprende tu alma en el cielo y en las estrellas, luz que me cura, luz que me acaricia cual manto de seda.

La Luna crecía y llena de ti me daba fuerzas para seguir, vivo y muerto, después menguaba, yo no temía, sabía que de nuevo volvería a crecer y volver a llenarme de ti, volver a sentirte, volver a abrazarte, volver a nadar juntos como los koi de nuestro estanque.

Una estrella brilla en el firmamento, bajo el manto de Ceres. Ahí me dirijo, muerto pero decidido, hacia el brillo de la estrella, la claridad de tus ojos, reflejo de nuestro sino. Sino cumplido, porque para renacer has de morir, y morí.

Morí para pasar las noches contigo.